—
¿Qué pasa,
letrado, que sin uniforme no me reconoces?
—
Vaya... pues la
verdad es que no... ¿Qué haces tú por aquí?
—
Nada: me divorcié
hace unos meses de mi mujer y me tocó venirme a casa de mis
padres...
—
No tenía ni
idea...
—
...y como viven
por el barrio me he bajado a tomar algo... ¿Tú con quién has
venido?
—
Estoy con unos
amigos... ¿Bueno, y el trabajo bien?
—
Ahora estoy
suspendido, porque antes de divorciarme discutí con mi mujer, se me
fue olla y acabé poniéndole la pistola en la cabeza y me denunció.
—
Hostia...
—
Ya, pero ahora
estoy mucho mejor...
Sí, tinc
magnetisme per a estes coses.
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