—
Siento lo de la
sentencia, pero ya sabes que partíamos de una situación bastante
complicada...
—
No te preocupes,
hombre, tú has hecho lo que has podido...
—
Sí, sobre todo
teniendo en cuenta que, en contra de mi consejo, reconociste los
hechos cien veces...
(...)
—
¿Entonces cómo
ha quedado la cosa?
—
Pues mira, el juez
te ha puesto una condena de año y medio. Ya sé que parece mucho,
pero teniendo en cuenta que el fiscal te pedía cuatro años y medio
podemos decir que no está mal.
—
¿Eso es menos de
mitad, verdad?
—
Sí, menos de la
mitad.
(...)
—
Me he hecho amigo
de un etarra muy majo y me ha dicho que hay que recurrir. Que más de
lo que me ha caído no me puede caer.
—
Si lo dice un
etarra habrá que hacerle caso...
—
Es tó buen tío,
sabes. Se pasa el día leyendo libros muy gruesos.
(...)
—
Bueno, ¿y cómo
te va por aquí? ¿Te adaptas bien?
—
Sí, sí... aquí
estoy muy bien. Resulta que comparto chabolo con un tío del
pueblo que era amigo de mi hermano.
—
Si es que la
cárcel es como un pañuelo...
—
Ya te digo...
Ahora hay un moro que me busca... pero no me va a encontrar.
(...)
—
Si quieres puedo
pedir que te trasladen al módulo de enfermería o al que gestiona
Proyecto Hombre.
—
No, ahora no. A lo
mejor más adelante...
—
Yo creo que allí
estarías mejor.
—
Seguro, pero en
esos módulos no dejan fumar y aquí pasan el mejor costo del mundo.
—
Bueno, si es por
eso...
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