Jesús
en la cruz
Como
si se tratara de un nuevo paso de la Semana Santa, el despido de
Jesús Cintora de Las mañanas de Cuatro ha hecho
hervir las redes sociales de lloricas y palmeros beatos.
La
decisión de Mediaset de prescindir del presentador que duplicó la
audiencia del espacio que heredó de Marta Fernández a base
de hashtags fáciles y resultones, tertulianos insufribles y
opiniones aborregadas y aborregantes ha convertido en mártir
a alguien que confundió su papel de presentador y moderador con el
de opinador de todo. De absolutamente todo.
Nuestro
Jesús crucificado se dejó llevar: devaluó su espacio hasta
convertirlo en un panfleto insoportable, casi a la altura de Al
rojo vivo, y Cintora llegó a creerse una especie de Ferreras,
sin darse cuenta de que el peso específico (y especialmente
económico) de uno y otro en las respectivas cadenas no era, ni de
lejos, parecido: pocos pueden darse el lujo de tener un programa de
televisión para decir lo primero que les pase por la cabeza y encima
dárselas de gran periodista.
El
tratamiento que Cintora daba a la información resultaba
sensacionalista y sesgado, carente de todo rigor. A veces daba la
sensación de que el guión estaba escrito por algún círculo de
Podemos, con todo lo que eso supone.
Jesús
se puso una túnica y se calzó unas sandalias, salió al huerto a
sermonear al personal, a contestar y contrariar a los políticos
desde su atalaya y sus delirios se mesianizaron y llevaron al
Calvario.
Si
el cese de Cintora por parte de Mediaset responde a esto último me
parece acertado, aunque llegue tarde y el daño al programa esté
hecho; si es la consecuencia de presiones políticas, en cambio y
pese a todo, resulta inadmisible.
Article
publicat a Levante-EMV, l'1 d'abril de 2015
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