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dimecres, 19 de novembre del 2014

Episodio Piloto #3





Rigor mortis

A veces tengo la sensación de vivir con Francisco Marhuenda. El omnipresente director de La Razón se ha convertido en el icono de las tertulias (o tontertulias) políticas, aquéllas que emponzoñaban el TDT en los años finales del zapaterismo y que hoy se integran sin remedio en la parrilla de todas las cadenas.

Esas locas mesas de debate de la caverna digital, en las que se bebía vino, se anunciaban detectores de radares y se llamaba “guarra, puerca y zorra repugnante” a una consellera catalana por haber editado una guía de educación sexual para adolescentes, han dado paso a un producto de apariencia más refinada y mejor iluminación pero con idéntico fondo: la intrascendencia a la hora de abordar la actualidad política.

En Antena 3, Telecinco o Cuatro utilizan más vatios en los platós y un maquillaje menos tosco que en la caverna, pero el resultado es el mismo: basta un vistazo a los tontertulianos para saber que es imposible tomarse en serio programas como, por ejemplo, La sexta noche: ¿qué rigor puede esperarse de un debate en el que el presentador, micrófono en mano, se acerca a una somnolienta y aburrida señora del público a la una de la madrugada para preguntarle si le gustaría ser aforada “como el rey de España”? Pues el mismo que de cualquier debate en el que participen Alfonso Rojo, Eduardo Inda o Pilar Rahola: el rigor mortis.

¿O qué queda después de ver a Pablo Iglesias y a Esperanza Aguirre acusarse de colaborar, respectivamente, con ETA y con el régimen comunista chino, aunque ninguna de las dos cosas sea verdad y todo se reduzca a grandes dosis de churrimerinismo? La nada más absoluta: un par de trending topics y alguna legaña el domingo por la mañana.

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