Manar

— El tío era lo que se conoce como un sumiso.

— ¿Eso es lo mismo que un pasivo?

— No necesariamente.

— ¿Y qué hacen los sumisos?

— Lo que les pidas.

— Madre mía.

— Lo sé.

(...)

— En un moment donat ja no sabia què més manar-li.

— Tu eres amb un xic amb imaginació...

— Sí, però de vegades no t'ha passat que tens ganes de follar de forma normal i en canvi acabes amb un paio xuplant-te els peus i agenollat a terra?

Silenci.

— Clar. Moltes voltes.

— Doncs això.

(...)

— ¿Los pies? Qué asco.

— Deberías probarlo.

— ¿Esperas que le chupe los pies a...?

— No, loca. Chupar pies es de degenerados. Te los tienen que chupar a ti.

— Quieres decir que te pueden chupar los pies, pero tú no puedes chuparlos.

— Exacto.

— ¿Eso es muy egoísta, no?

— Puede, pero luego dejas que alguien te rompa el corazón y lo compensas.

(...)

— Li vaig preguntar què volia que li manara, però no li va fer gràcia.

— Clar. No li preguntes a un esclau què vol fer. Li ho manes i punt.

— Ja ho sé, però jo sóc progressista. Vull dir, no m'agrada la idea de tindre servici. Redéu, si fins i tot faig el llit quan ve Sacri a casa.

— És a dir: la dona de la neteja no pot fer-te el llit, però si fregar-te el pis?

— Què vols que faça? Sóc un burgés acomplexat.

(...)

— Le mandé que se arrodillara, que se tumbara en el suelo, que me comiera los...

— ¿Y eso le ponía?

— Supongo. Es conseguir el placer a través de la humillación. No es frecuente, pero tampoco es tan raro.

— Joder.

— Ah, y me dijo que si me había gustado podía darle su teléfono a mis amigos.

— ¿Estás de coña?

— No, claro que no. Puede limpiarte la casa, hacerte la comida... lo que quieras.

— No voy a dejar que alguien que va chupando pies entre en mi cocina.

— Cariño, mis pies están más limpios que tu encimera.

— Los cojones.

— Sí, eso también.