La
tele no es para el verano
Durante
el verano, con las cadenas generalistas llenas de presentadores
segundones y reposiciones constantes, he aprovechado para tragarme la
programación de esos canales que nunca veo durante el resto del año.
Este agosto me he entregado casi sin resistencia a esas cadenas que,
en principio, van dirigidas a un público femenino pero que en
realidad tienen un target al que, simplemente, no le gusta
pensar. Y ello independientemente de su sexo.
Es
innegable el magnetismo de un programa en el que su protagonista
necesita ir a la tele para elegir un vestido de novia, cambiar de
peinado, reformar una cocina o un sótano o comprar una casa porque,
en la vida real, cuando alguien quiere cambiar el color de su salón,
por ejemplo, sencillamente se limita a molestar a sus amigos enviando
fotos de muestras de pintura por whatsapp para que le ayuden a
decidir. Sin embargo, en Divinity hay un programa que soluciona eso.
De
todos estos programas de falso coaching el que más miedo me
da es Extreme Makeover, que fracasó en España con el nombre
de Cambio radical, y en el cual cogen a una persona,
generalmente del Medio Oeste americano y que necesita perder unos
kilos, y le hacen una liposucción. Y, ya puestos, le pegan las
orejas de soplillo, le quitan la mitad de la nariz, le levantan las
cejas, le aumentan el pecho y le llenan la boca de carillas de
porcelana, de forma que, al final de todo este proceso, a nuestro
obeso de Kansas no lo reconoce ni, de verdad, la madre que lo parió.
Y
decía que da miedo porque, después de una tarde entera tragándome
Extreme Makeover, uno no puede evitar mirarse al espejo y ver
todo lo que le sobra (y todo lo que le falta) y barajar la
posibilidad de pedir cita para levantarse las cejas o para corregir
ese colmillo que no está tan alineado como debería.
Por
suerte, ya ha llegado septiembre y pronto nos pondremos más ropa
para taparnos las taras y dejaremos a un lado todos esos programas
porque para ver chorradas intrascendentes y que nos torturen sólo
tendremos que poner Telecinco.
Columna publicada en Levante-EMV el 3/IX/2014
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