Una
de les últimes guàrdies que vaig tindre estigué marcada per l'edat
dels clients: cap d'ells passava dels vint anys.
A
mitja vesprada em van telefonar de la comissaria perquè havien
detingut un xic de dèneu anys i en arribar l'agent instructor del
cas m'explicà el motiu:
—
Al nano lo han
denunciado sus padres. Por lo que me han contado se ve que estaban
discutiendo por algo y en un momento dado el chaval ha cogido un
cuchillo y se lo ha puesto a su madre en el cuello.
—
Genial.
—
Pero bueno, ahora
te lo saco del calabozo, hablas con él y que te lo explique.
El
xic, però, estava més tranquil del que em pensava:
—
A ver, lo que pasó
es que estaba nervioso y tal y se me fue la olla. Cogí el cuchillo
de la cocina y pensé en clavármelo, pero luego vino mi madre,
empezó a gritar y se montó una movida que no veas.
Després
de parlar amb el xic em vaig trobar amb els pares, que estaven
acabant de posar la denúncia. Em vaig presentar a la mare i
m'explicà com havia començat tot:
—
Yo no le digo nada
a mi hijo. Me da igual que no quiera estudiar ni buscarse un trabajo;
lo único que le pido es que no venda drogas en casa. Si quiere
hacerlo, que lo haga en el parque, pero no en casa. ¿Verdad que no
es para ponerse como se puso?
—
Tiene
razón, señora: las drogas, en el parque.
Al
dia següent, els pares retiraren la denúncia.
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