Cuota
valenciana
El
conseller encargado de velar por las señas de identidad de los
valencianos clamaba esta semana en Twitter contra un programa de
humor que hizo una coña sobre la corrupción de la terreta.
“Que los valencianos llevamos la corrupción en el ADN es un
insulto inadmisible” se lamentó el conseller del partido de Rus,
Castedo, Alperi o Fabra y al cual parece que le molestan más las
bromas de Dani Mateo en El Intermedio que las causas de
corrupción de sus correligionarios.
Sólo
por las vergüenzas políticas del PPCV los valencianos mereceríamos
una televisión pública, porque no es de recibo que el País sea
noticia todos los santos días por lo mismo y que saturemos los
informativos y las tertulias estatales con grabaciones, contratos
amañados y sumarios en el Tribunal Superior de Justicia.
Echo
de menos una televisión que nos informe sobre todo esto, pero acto
seguido me vienen a la cabeza los momentos más negros de Canal 9 y
me asalta la duda: ¿Cómo informaría el Canal 9 de Lluís Motes del
caso Imelsa? ¿Cómo se trataría en una tertulia presentada por Manu
Ríos los abucheos a Rita Barberá en los mercados del Cabanyal y
Russafa? ¿Qué dirían de la campaña electoral esos presentadores
que antes retransmitían los actos de Fabra con fervor y que ahora
encabezan candidaturas moradas a la desesperada?
Los
valencianos, como decía, nos merecemos una televisión pública
propia, pero también nos merecemos una que no tenga nada que ver con
la que hemos sufrido, la que ha servido al poder, la que manipuló la
información hasta la náusea y la que hizo, en definitiva, que nos
avergonzáramos y que muchos acabáramos por no sentirla como
nuestra.
Sólo
espero que este domingo de elecciones empiece la cuenta atrás para
esa nueva televisión que sí que nos merecemos.
Article
publicat a Levante-EMV, el 20 de maig de 2015
.