La
realidad
Tengo
que empezar reconociendo que no sé qué hace que una serie funcione.
O mejor dicho: qué hace que una serie sea buena y funcione. Supongo
que para que una serie triunfe, en una época en la que aparecen
series cada día, deben darse muchas circunstancias y casualidades:
un buen guión, un buen reparto, un buen momento para estrenarla.
Como digo, no lo sé.
Es
mucho más fácil saber cuándo una serie funciona y cuando no que
saber por qué lo hace. Pondremos dos ejemplos: recientemente
descubrí Borgen, una serie danesa que nos cuenta el día a
día de la gestión política en una democracia seria.
Borgen
relata la conformación de un gobierno de coalición, las vicisitudes
de la tramitación parlamentaria de las leyes, los pasillos y los
recovecos de la política, las tensiones entre la realpolitik
y los programas electorales o el desgaste personal de los servidores
públicos. Todo ello bien narrado, bien interpretado, en definitiva,
bien hecho.
Y
luego, en el otro lado, tenemos The Strain, que estrenó ayer
Cuatro. Una serie que trata de todo en general: hay nazis mutantes,
hay una epidemia, hay monstruos, hay gente que muere, hay un viejo
judío con una espada mágica y hay un padre que, en medio de un
inmediato apocalipsis, lucha contra la epidemia y los nazis mutantes
y, al mismo tiempo, por conseguir la custodia de su repelente hijo.
Todo ello mal narrado, mal interpretado, en definitiva, mal hecho.
Lo
más curioso es que para el espectador ibérico las tramas políticas
de Borgen, por su seriedad, contundencia y sentido
democrático, resultarán muchos menos verosímiles que los nazis
mutantes de The Strain.
Así
de idiotas y descreídos nos han dejado algunos.
Columna
publicada en Levante-EMV, el 4 de febrer de 2015
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