Alfombra
roja a la vergüenza
TVE
cumplió su amenaza y el sábado por la noche reestrenó la Noche
de fiesta de José Luis Moreno, aunque tuvieron el detalle de
bautizarlo con otro nombre: Alfombra Roja Palace (sic).
Así pues, mientras en el universo paralelo de las tontertulias
sabatinas Bono hacía promoción de su libro contando lo que ya ha
contado hasta la náusea y Revilla se marcaba una clase magistral de
churrimerinismo con pizarra incluida, en la cadena pública
estatal tenía lugar este esperpento de programa que olía a pañal
usado desde el salón de mi casa.
El
formato era el de siempre: actuaciones musicales en playback,
humoristas que nunca hicieron gracia contando los mismos chistes que
nunca hicieron reír, presentadoras semidesnudas (lo de Berta Collado
con cápsulas Nespresso usadas a modo de pezoneras/lunares es para
hacérselo mirar) y supuestos galanes más barnizados que maquillados
piropeando a sus compañeras.
Si
el contenido del programa era deplorable, no estuvo mucho mejor su
lado técnico: el caos era tal que estoy en condiciones de asegurar
que el trabajo del regidor, del técnico de sonido y del realizador
fueron encargados a tres monos borrachos.
La
vergüenza ajena era total hasta que apareció en el escenario
Francisco (!), rodeado de falleras y de supuestos músicos de banda
(!!) para cantar el himno regional (!!!) y entonces la vergüenza
pasó de ajena a propia al comprobar cómo el paradigma de la casta y
de la caspa artística valenciana nos retrotraía a 1985.
El
merecido colofón a este programa sólo podía ser o un desfile de
modelos en bikini y tacones o la aparición de una banda de
albanokosovares para que pusieran orden y remataran todo aquel
despropósito. Si tengo que ser sincero, soñé con el segundo.